" Malfiate de quien no tiene nada que perder " , refrán español muy conocido que nos avisa del riesgo que corremos en las relaciones o convivencia con aquellas personas carentes de medios económicos que aseguren la cobertura de responsabilidad civil por los daños que ocasionen a terceras personas o a sus bienes, o bien para hacer frente a sus obligaciones por los servicios que consumen, estamos expuestos a que estas carencias repercutan sobre nosotros, los que por bienestar adquirido, por prudencia , responsabilidad propia o por miedo a que nos toquen nuestro patrimonio cumplimos con nuestros compromisos contraídos con la sociedad, bien con nuestros recursos propios o bien cubiertos por una póliza de seguros.
Desde que las ciudades españolas se fueron llenando de colectivos de emigrantes, actualmente en Catalunya esta población supone el 16 %, llegando a las siguientes cotas de concentración en los lugares que por poner un ejemplo se citan: Castelló d´Empurias, ( Alt Empordà ), 49,99 %; Guisona, ( Segarra ), 49,89 %: Salt ( Gironés ), 42,55 %; Lloret de Mar, ( La Selva ), 41,62, por mucho que los gobiernos, entes públicos y asociaciones se empeñen en hacernos ver lo contrario, los que vivimos el día a día dentro de estas ciudades y en comunidades de propietarios compartiendo elementos comunes como espacios y servicios: contadores de agua y luz, mobiliario, ascensores, etc., sabemos lo problemático que muchas veces resulta la convivencia.
Obviamente no trato de generalizar culpando a todos por igual, dentro del colectivo hay muchas familias totalmente adaptadas, a las que no hay nada que reprochar. No obstante, la falta de recursos económicos o, teniéndolos, gran parte de éstos son enviados a sus países de origen, hacen que muchos lleven una vida de mera supervivencia. Esta falta de recursos por un lado y la falta de voluntad de cumplir con unas obligaciones contraídas por otro, nos involucran ampliamente a quienes sin recibir ayudas de ningún tipo y estirando la pensión para llegar a fin de mes, o pagamos por los servicios que con arreglo a nuestra cuota de participación nos corresponde, más la parte que corresponde a ellos como propietarios de una vivienda, o nos hundimos todos con ellos por agotamiento de los recursos económicos para el mantenimiento de dichos servicios, viéndonos privados en nuestra casa de elementos tan necesarios como son: el ascensor, servicio de limpieza, luces de escalera, antena de televisión, póliza de seguro de la comunidad, etc.. Este ejemplo lo tenemos en Figueres ( Alt Empordà, barriada Marca de L´Am, 80 % inmigración; Banyoles ( Pla de L´Estany), carrer Barcelona, 90 %; Girona, ( Can Gibert del Pla y Santa Eugenia ), 70%; Salt, ( centre ciutat y Plaza Catalunya), 80 %.
Aparte de todo lo anteriormente enumerado, con la crisis en la que nos encontramos inmersos, las citadas comunidades de propietarios de viviendas han visto agravada la morosidad que ya venían sufriendo. Muchos de los inmigrantes que a su llegada se hipotecaron en una vivienda , actualmente, ante la imposibilidad de pago de las mensualidades correspondientes a la misma han optado por entregar ésta al banco, por cuyo motivo, el que abandona la vivienda no se responsabiliza de las cuotas a la comunidad, y el banco, al no estar considerado como propietario tampoco se considera obligado a efectuar dichos pagos, por lo que se están creando espirales de morosidad crónicas imposibles de ser asumidas por los pocos propietarios que quedan, desembocando irremediablemente en una sufrida suspensión de pagos y con ello de todos los servicios tan necesarios para el buen desarrollo y bienestar de la vida diaria.
Otra forma de irresponsabilidad que lleva a aquellos que nada tienen que perder se centra en los casos de obtener bienes y servicios de cualquier manera: no tengo luz en mi casa, la obtengo fraudulentamente manipulando cualquier contador.
Y para terminar con este largo relato, aconsejo a todos cruzar los dedos antes de salir a la calle a pie o en coche para no tropezar con alguien que no teniendo nada que perder nos puede amargar la semana.
Como siempre, mis mejores saludos para todos
Juan Cabrera
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