Cuando España entró en los ochenta, después de que el pueblo hablara en aquél referéndum del 15 de diciembre del 76 en el que un ochenta por ciento del electorado eligió vivir en un sistema político basado en la democracia, los españoles, que después de muerto Franco empezamos a conocer los supuestos casos de corrupción habidos en la dictadura, esperábamos que cuando se consolidara el nuevo régimen democrático, junto con la libertad y los nuevos políticos aparecería una nueva quinta de hombres honrados y organismos transparentes. Era tal la ilusión que los españoles habíamos puesto en el cambio, que muchos acudíamos a votar en compañía de nuestros hijos aún adolescentes, tal vez para decirles que allí en aquella caja donde se depositaba el sobre comenzaba una nueva etapa, una nueva vida, un mejor futuro para ellos. Verdaderamente emocionante.
Pero estos pilares del nuevo gobierno se estaban construyendo sobre los cimientos de una doctrina militarista, fascista y clerical, castigadas por el aumento de las acciones terroristas de las bandas ETA, GRAPO y FRAP, que casi a diario atentaban indiscriminadamente, y refractaria a asumir diversos términos introducidos en la Constitución, lo que hacía tambalearse a un sistema aún no consolidado.
A principio de los ochenta, ya calmada la tempestad política que produjo el frustrado golpe de estado del 23 de febrero se inicia la transición, de cuyo trámite se encarga el Partido Socialista "PSOE " por haber ganado las elecciones.
En esta década, el gobierno de Felipe González lleva a cabo una política con constantes cambios sociales, muchos de éstos, como la creación de las empresas de trabajo temporal " E T T " que establecieron los contratos basura fueron muy criticadas.
Asimismo, en esta época se producen en España unos hechos jamás conocidos. Con el caso "Juan Guerra ", el " hermanísimo " del vicepresidente del gobierno, Alfonso Guerra, da comienzo una corrupción generalizada, a cuyos inicios se suman otros de mayor calado, como el caso de los " Fondos Reservados ": Luís Roldán, Director General de la Guardia Civil; Rafael Vera , Director General de la Seguridad del Estado; José Barrionuevo, Ministro de Interior y muchos más cuya lista nos llevaría hasta la actualidad, con casos que afectan a las más altas Instituciones del Estado.
La abundancia que nos hizo pobres.
La frase que popularizó el Presidente del Gobierno, José María Aznar, " España va bien " retumbaba en los cinco continentes. Y es cierto que España pasaba por un periodo de desarrollo económico equiparable a las primeras economías de Europa.
Los factores que propiciaron aquel desarrollo económico transitorio residían mayormente en el conglomerado de empresas de la construcción, relacionadas directa o indirectamente con la misma. Estas empresas necesitaban mano de obra. La población española, debido a la baja tasa de natalidad generada durante décadas anteriores por la incorporación de la mujer al trabajo y mayormente por la falta de incentivos a la familia caminaba hacia una población vegetativa, factores que llevaron a los gobiernos del PP y PSOE a llevar a cabo regularizaciones masivas de inmigrantes. Mariano Rajoy, entonces Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales argumentaba que la posesión de un " bonobús " podría ser suficiente para legalizar a un inmigrante. Posteriormente, Jesús Caldera, también ministro en la primera legislatura de Zapatero, hacía públicos a diario los aumentos de cotizantes en la Seguridad Social, anunciando, igualmente, trabajo y papeles para todos, hechos que constituyeron el conocido " Efecto Llamada ". Así, nuestra riqueza y bienestar, anunciada a bombo y platillo en todo el mundo hizo que muchas ciudades españolas se llenaran de inmigrantes de todas las edades, razas y credos, llegando muchas de éstas a aumentar su población hasta en un 50 %.
Todo iba bien, promotores y constructores de viviendas se enriquecían, los ayuntamientos llenaban sus arcas, las notarías y registros de propiedad abarrotados, el P I B se desbordaba, a nuestros políticos se le caía la baba atribuyéndose el protagonismo del desarrollo económico y muchos españoles e inmigrantes bebieron en la fuente de la ilusión.
Como hice en la primera parte de este tema, considerando que la exposición de estos criterios puede constituir un texto muy prolongado lo dejaremos aquí para continuar en una tercera parte con " la abundancia que nos hizo pobres" , y " la pobreza que nos contagia ".
Como siempre, os envío mi más afectuoso saludo.
Juan Cabrera.
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