El pasado mes de abril se cumplieron cincuenta años de
la llegada de nuestro paisano Juan Cabrera a Cataluña. Ayer lo celebramos con
él en el Bar La Volta
de Sant Celoni.
Juan se crió en la misma calle que yo muchos años
antes; él la conoció como General Varela y yo como Puerto. Recuerda a muchos
vecinos que yo también traté, algunos viven aún, y a otros muchos que ya no
estaban cuando yo empecé a corretear la calle.
En nuestra tierra trabajó como vendedor y ditero
visitando pueblos vecinos donde creaba su cartera de clientes. También fue
conocedor de la realidad del contrabando y los viajes a San Roque a la estancia
de María Machuca. Curiosa esta experiencia de su juventud si tenemos en cuenta
que, ya en Cataluña, Juan ingresó en el Cuerpo de la Guardia Civil y como
miembro del mismo ejerció durante años en el cuartel de Girona. De sus muchas
acciones, tuvo la suerte de escoltar al genial Salvador Dalí.
Toda una hazaña resultó ser su viaje a Cataluña en
busca de una vida mejor. Corría el año 62 y él y su hermano realizaron en moto
los más de mil kilómetros de distancia. Suerte que en La Jonquera la policía de
frontera les advirtió que España tocaba a su fin y los hermanos Cabrera
pudieron retroceder hasta Ordis, municipio que habían fijado como destino y en
el que ya residían inmigrantes bornichos.
El primer trabajo de Juan en Cataluña fue como
vendedor de helados en las playas de Lloret de Mar. Allí conoció la distancia y
diferencias que existían con respecto a la sociedad y limitaciones de nuestro
pueblo.
También trabajó en una imprenta, aun ejerciendo ya de
Guardia Civil, pues era necesario un segundo sueldo para sacar adelante su
familia, la cual había formado con una extremeña que sigue siendo su compañera.
Juntos cumplirán pronto las bodas de oro.
A pesar de sus cincuenta años fuera de Bornos, Juan
lleva su pueblo muy bien fijado en su recuerdo y no hay día que no piense en él
de un modo u otro. Puedo confirmar que su memoria es un privilegio, un
auténtico tesoro, y nunca sabré agradecerle lo suficiente lo mucho que me
aportó y documentó sobre el Bornos de la mitad del siglo XX.
Prueba de su bornichismo la encontramos en sus
pioneras acciones para la celebración del I Encuentro de Bornichos en Cataluña
y la posterior fundación de la asociación. Juan se desplaza con gusto desde
Salt, donde vive, hasta Sant Celoni siempre que celebramos reuniones u otras
acciones. Es una pilar clave dentro de la junta directiva y todos sus
compañeros disfrutamos mucho de su sabiduría y amistad.
Felicidades, paisano, larga vida a Juan Cabrera.
José Bermúdez
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