Todos los españoles nacidos a partir de los años 1970 constituyen la mayor parte de la población española. Esta población, por tanto, no vivió los duros ni blandos años del anterior gobierno, la dictadura. No obstante, esta gran mayoría de personas se comporta como si en realidad sí lo hubieran vivido: opinan, afirman, critican, alaban, etc. Yo, sin ánimo de corregir ni criticar a nadie por sus opiniones, vengan éstas de donde vengan y sean del color que sean, como persona que sí he vivido ambas épocas, la primera desde su principio al final y la segunda, desde su inicio hasta la actualidad, sólo trato de exponer un criterio, mi criterio personal sobre ambas épocas, que en modo alguno intenta sobreponerse al de los demás.
Nacido en el comienzo de los cuarenta, sufrí los efectos de una guerra fratricida que terminó con una España desecha y una dictadura aplastante y represora. Cuesta mucho sacrificio salir de la situación caótica en la que nos encontrábamos y después de quince años se empieza a despejar la inmensa niebla que nos envolvía. Empiezan los trabajos públicos, la construcción de embalses; el Instituto Nacional de Colonización empieza a construir nuevos núcleos rurales: Coto de Bornos, Guadalcacín, La Barca, etc. El Patronato Nacional de la vivienda lleva a cabo en todo el territorio nacional la construcción de las llamadas " casas baratas ", un ejemplo de esto en Bornos son todas las viviendas construidas en la “Carrera”, actualmente calle San Laureano. El Plan Marshal, ayuda estadounidense a cambio de la instalación de bases militares también contribuye a la mejora de la economía. En la agricultura, la aparición de nuevas plantaciones como el algodón y la remolacha crean también mucho empleo.
Con el final de los cincuenta y principios de los sesenta llegan dos fenómenos muy significativos en la economía de España: Uno, la emigración exterior e interior; otro, el primer boom de la construcción a lo largo y ancho de todo nuestro litoral.
Con el primero, la emigración que se dirigía a los diferentes países europeos lo hacían con las dificultades que suponía el estar varios años separados de su familia, pero también con la ilusión de que ésta quedaría bien amparada económicamente y que tras varios años en Alemania, Suiza o Bélgica, se construirían en su pueblo aquella casita con que tanto habían soñado o montar el bar o tienda que les ayudaría a vivir con comodidad.
Con el segundo, los flujos migratorios que nos dirigimos a Cataluña, País Vasco, Madrid, o Valencia lo hicimos con el objetivo de asentarnos allí donde nuestro futuro y el de nuestros hijos resultaran más prometedores. Así, con una demanda de mano de obra como nunca se había conocido y una estabilidad económica, todos los recién llegados, que en un principio nos alojamos de alquiler, en poco tiempo compramos nuestras viviendas, ello a pesar de que el alquiler de una vivienda de renta limitada suponía entre un 15 y un 20 por ciento.
Comparativas de dos épocas, La vivienda. El Ministerio de la Vivienda, representado provincialmente por del Patronato del mismo nombre obligaba al promotor urbanístico a construir un número de viviendas de protección oficial proporcional casi en un cincuenta por ciento a las de renta libre, éstas no podían exceder de 94,5 metros cuadrados construidos ni de un precio superior a 9000 pesetas metro . Bajo este sistema se construyeron millones de viviendas en las décadas de los sesenta y setenta.
El sistema hipotecario funcionaba de manera que a nadie se le concedía más del setenta por ciento del valor de la vivienda, el 30 % restante era buscado por otras vías: ahorro, créditos personales, préstamo de la empresa en la que se trabajaba, etc. ni que el pago de las cuotas de las hipotecas supusiera más del 30% de los ingresos netos de la familia. Las hipotecas se constituían a un interés aproximado del 8% y un tiempo máximo de quince años, con la opción de dos años de carencia. Los casos de desahucio tan frecuentes en la actualidad, 52.8OO sólo en 2011, eran totalmente desconocidos.
Y así, amigos, llegamos a los ochenta, la dictadura aplastante de los años de la posguerra, que hace varias décadas pasó a llamarse dictablanda se va perdiendo por los caminos de la democracia.
Dado que el resumen de todo el contenido que quiero imprimir en este relato se haría muy extenso lo divido en dos partes, ésta primera en esta semana y la segunda en la próxima.
Como siempre, hasta una próxima intervención os envío un afectuoso saludo.
JUAN CABRERA.
1 comentario:
Maravilloso artículo, Juan. Deseoso estoy de leer la segunda parte.
Pedro P
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